martes, 7 de noviembre de 2023

LAS OFERTAS DEL DIABLO.

 Les comparto el material escrito y en video de la lección, en la escuela dominical. 




LAS OFERTAS DEL DIABLO.

Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían. Mt 4:8–11

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INTRODUCCIÓN.

Aun Satanás cuenta entre quienes dan testimonio que Jesús es el Mesías. Reconoce la importancia de Jesús en el programa de Dios. Las tentaciones lo dan por sentado. Las usa para tratar de impedir el propósito de Dios. Le anima a funcionar de una manera independiente del Padre y Su plan. Al rechazar la tentación a someterse al programa de Satanás, Jesús provee otra evidencia más de que El era el siervo de Dios; las tentaciones en el desierto pretendían que Jesús dependiese de tal manera de la primera parte del mensaje dado por la voz celestial en su bautismo que evitara seguir el camino trazado para Él en la segunda parte.


PLANES QUE PARECEN BUENOS.

Resulta interesante que las tentaciones de Eva en el Edén corresponden a las mismas que Jesús experimentó en el desierto. Satánas apeló en ambos al apetito físico (Gn. 3:1–3; Mt. 4:3), la ganancia personal (Gn. 3:4–5; Mt. 4:6) y el camino fácil para conseguir poder y gloria (Gn. 3:5–6; Mt. 4:8–9). En cada caso, Satanás alteró la palabra de Dios; La última tentación tuvo que ver con los planes de Dios para Jesús. Siempre ha sido y es el plan del Padre que su Hijo gobierne al mundo. Satanás mostró a Jesús los reinos del mundo con toda su gloria. Tales reinos pertenecen al diablo porque es “el dios de este siglo” (2 Co. 4:4) y “el príncipe de este mundo” (Jn. 12:31; cf. Ef. 2:2). Tenía efectivamente el poder de dar a Cristo el dominio sobre los reinos en ese momento, si tan sólo postrado me adorares. Satanás le estaba diciendo: “yo puedo cumplir la voluntad de Dios para ti y podrás tener los reinos de este mundo ahora”. Por supuesto que esto habría significado que Jesús nunca fuera a la cruz. Supuestamente podía llegar a ser el Rey de reyes sin tener que pasar por la muerte. Sin embargo, tal hecho hubiera distorsionado el plan divino de salvación y hubiera significado que Jesús adorara a un ser inferior. Su respuesta se basó otra vez en Deuteronomio (6:13 y 10:20), que estipula que sólo Dios debe ser servido y adorado. Jesús también supo resistir esta tentación.

¿ES REALMENTE UNA TENTACIÓN ADORAR AL ENEMIGO?

Como dice Matthew Henry:

«¿Podía darse una tentación más horrenda y espantosa?... El mejor de los santos puede ser tentado a cometer el peor de los pecados, pero no tiene que afligirse por ello, con tal de que no consienta en ella, sino que puede sentirse animado al ver que Cristo fue tentado a adorar a Satanás»

Primero el diablo ha dicho a Jesús: Convierte estas piedras en pan. Luego: Échate del pináculo del templo. Y ahora, en tercer lugar, le dice: Póstrate y adórame, A primera vista parece ser que las tentaciones van de mal en peor, desde lo más sutil hasta lo más descarado. Por esto mismo, esta tercera tentación puede resultar aun más difícil de entender que las dos anteriores: no porque sea difícil ver en qué consiste el pecado –evidentemente rendir culto a Satanás es aberrante–, sino porque cuesta pensar que la idea de adorar a Satanás haya podido resultar auténticamente tentadora para el Hijo de Dios. ¿Es posible que para Jesucristo la adoración a Satanás fuera una opción real? Quisiera proponer que el diálogo entre el diablo y Jesús, tal y como Mateo nos lo relata, refleja más las implicaciones verdaderas que había detrás de la tentación de Satanás, que el texto exacto de su «conversación». Es decir, sospecho que la tentación no fue así de sencilla, pero que, cuando Cristo se dio cuenta de lo que estaba en juego, entonces vio que el diablo estaba ofreciéndole el gobierno universal a cambio de su adoración, tiene que ser motivo de alivio para nosotros saber que el Señor Jesucristo fue tentado en este nivel, Cada prueba hace que nuestra fe se muestre en acción. Es el llamado a poner en funcionamiento todos los recursos espirituales que Dios nos ha otorgado para enfrentar el desafío de esa hora.

UN MONTE ALTO.

¿En qué, pues, consiste esta tentación? Vayamos por partes. Primero se nos dice que el diablo lo llevó a un monte muy alto. Parece seguro que fue en visión o en imaginación como el diablo llevó a Jesús: en primer lugar, porque no existe tal monte – ni siquiera existe un monte desde el cual se puedan ver los reinos principales del mundo antiguo– y en segundo lugar, porque Lucas puntualiza que Jesús vio la gloria de todos estos reinos en un momento (Lucas 4:5), lo cual es concebible si se produjo en la imaginación, pero no si se trata de verla físicamente.

Otro pequeño detalle que viene a confirmar esta interpretación es que los otros personajes bíblicos que son llevados sobrenaturalmente a un monte alto –es decir, el profeta Ezequiel y el apóstol Juan– son llevados así en visiones o, como dice Juan, en el Espíritu. Es probable que lo mismo haya pasado con Jesús.

Dice Calvino:
«Lo que se agrega, que todos los reinos del mundo fueron expuestos ante la vista de Cristo en un momento,... concuerda con la idea de una visión, mejor que con cualquier otra teoría».
Decir que Cristo recibió la tentación en una visión o en su imaginación no es restar importancia a la tentación en sí. Al contrario, a mi entender la tentación es mucho más potente si se da a nivel de las facultades imaginativas que si el diablo lleva a Jesús físicamente a un monte. Insisto en lo mismo que hemos visto en las tentaciones anteriores: si se nos aparece un diablo en forma visible y nos lleva milagrosamente a 
un monte, el impacto del evento quita toda sutileza a la tentación. En cambio, si entendemos que el Señor mismo está luchando por entender de qué manera el Padre quiere que establezca el reino, es comprensible que reciba visiones e ideas alternativas a los propósitos de Dios. Esto sí resulta una fuerte tentación, En la historia de Moisés tenemos un anticipo de la escena de la tercera tentación. Moisés deseaba entrar en la Tierra, pero por su propio pecado queda excluido. Jesús anhela, con santa ambición, gobernar los reinos del mundo. Su aspiración es correcta. La voz del cielo –Tú eres mi Hijo– ha citado del Salmo 2, un salmo mesiánico que profetiza el gobierno de Cristo sobre todos los reinos del mundo:

«Jehová me ha dicho: Mi Hijo eres tú... Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás» (vs. 7–9).

Si, como hemos dicho, Jesús va al desierto con la voz del cielo resonando en su cabeza, ¿qué es más lógico que el que le venga a la mente una visión de todos los reinos sobre los cuales habrá de ejercer su gobierno? Debemos de tener cuidado de no tratar de ayudarle a Dios ha realizar los planes que Él tiene para nosotros, aveces debemos de reflexionar y repensar nuestros planes, a travez del consejo de la palabra de Dios.

LOS REINOS DE LA TIERRA.

¿Tenía Satanás el derecho o el poder de ofrecérselo? Acerca de esta cuestión los comentaristas se dividen. Y hay algunos que proponen que es un típico engaño y mentira del diablo ofrecer lo que no está en su mano dar. Los reinos de este mundo no pertenecen a Satanás, sino a Dios. Él es Señor de la creación, y está en su poder, no en el de Satanás, entregar los reinos al Heredero. ¿No es el Anciano de días el que entrega el gobierno al Hijo del Hombre según la visión de Daniel 7? Por lo tanto, se trata de una mentira diabólica.

Otros nos recuerdan que Jesús mismo llama al diablo el Príncipe de este mundo (Juan 12:31; 14:30; 16:11). El apóstol Juan, aun después de la obra de Cristo, dice: Sabemos que... el mundo entero está bajo el maligno (1 Juan 5:19). Así las cosas, ¿no reconoce el Nuevo Testamento que el diablo tenía en su poder el dar los reinos a Cristo?

La alternativa, por lo tanto, que se presenta ante el Señor Jesucristo es ésta: ¿Será rey por vencer al usurpador y recibir los reinos de las manos del Anciano de días? ¿O será rey por claudicar ante el usurpador y recibirlos de las suyas?, debemos de reflexionar y pensar, ¿deseamos resolver los asuntos de nuestro reino personal nosotros de la mano de Dios o de la mano del enemigo?, ¿a quien acudimos... a Dios o a Satanas?

CONCLUSIONES.

1. La prueba o tentación que soportan los cristianos es la dificultad o riesgo propio del evangelio. Es una lucha permanente por tratar de responder a las exigencias del Señor.

2. Por medio de la prueba es posible llegar a conocernos mejor, saber cuál es la medida de nuestra fortaleza espiritual y hasta dónde llega nuestra confianza en Dios.

3. Cada prueba hace que nuestra fe se muestre en acción. Es el llamado a poner en funcionamiento todos los recursos espirituales que Dios nos ha otorgado para enfrentar el desafío de esa hora.

4. Toda persona llamada para un servicio especial ha de rendir primeramente un examen. Hay que ser fiel al Señor. Recordemos el dicho de Jesús: "El que es fiel en lo poco, también en lo más es fiel." El Señor prueba nuestra fidelidad a cosas "menores" para luego obligarnos las tareas "mayores."

5. El que persevera aun siendo probado es felicitado por el Señor y tiene como recompensa la corona de vida (Stg. 1:12).


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